El paso por Bruselas fue fugaz, una pena ya que es una ciudad para disfrutar, desventajas que uno sufre cuando contrata un tour. Paramos en un hotel que hacía honor a su nombre "Ascot", el cual dejó de recuerdo unas lindas picaduras de pulgas, pero tuvo sus beneficios en Innsbruk.
El contraste entre la ciudad moderna y la histórica no choca, todo lo contrario, muestra parte de su historia también ya que Bruselas fue ocupada por los alemanes en las dos guerras mundiales, y además sufrió severos daños durante la Segunda de ellas.

La Grand Place es una de las plazas más bellas de Europa, rodeada por casas barrocas del siglo XVII, varios edificios de estilo neogótico y museos y con los puestos de flores, que le dan un colorido especial.

El edificio principal es el Ayuntamiento de Bruselas. Se construyó en 1402 y sobrevivió de milagro a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
La estatua del Manneken Pis, una de sus principales atracciones turísticas y dicen que simbolizando el espíritu independiente de los habitantes de la ciudad. Hay varias leyendas al respecto del "niño que orina", una es en el siglo XIV Bruselas llevaba bastante tiempo sitiada por una potencia extranjera. Los atacantes había ideado un plan para colocar cargas explosivas en las murallas. Sucedió que un niño pequeño llamado Juliaanske estaba espiándoles cuando las preparaban. Orinó sobre la mecha encendida y salvó así la ciudad (otra que Bruce Willis).
El Palacio Real belga, construido en el siglo XIX, es otra de las construcciones muy bonitas. Está situado frente al Parque de Bruselas y el Parlamento.
Otros de los grandes símbolos de Bruselas es el Atomium, construido para la Expo Universal de 1958. Se trata de nueve esferas unidas por escaleras mecánicas y salas de exposiciones. Digamos que no me gustó demasiado.

Un lugar muy lindo para visitar es el Botanique Gardens, y más si se escucha buena música, como ésta:
Smashing Pumpkins - Tear
1998/05/28-Botanique Gardens - Brussels